Relación médico-paciente: ¿Es el modelo biopsicosocial nuestro modelo médico actual?
- Medicina Lado B
- 27 ago 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 23 sept 2020
La relación médico paciente ha sido muy estudiada a lo largo de la historia. Se han establecido diversos modelos de comunicación, y se la ha ido pensando de distintas formas en función del contexto histórico, político y socio-cultural.
La relación médico-paciente es el vínculo que se establece cuando una persona se acerca a algún miembro del equipo de salud para solicitar sus servicios. Con el tiempo se crea entre estos un lazo de orden afectivo y de reconocimiento, que hace que el paciente deposite su confianza en el profesional. Se generan a su vez una serie de deberes y obligaciones. La relación médico-paciente es el eje de la atención médica. En la medida que mejore ese lazo en cuanto al tiempo, el afecto y todos los demás aspectos de ese contrato, establecido entre ambas partes, la atención médica se podrá considerar superior (1).Se trata de una herramienta poderosa, que puede tanto favorecer como perjudicar el curso de la enfermedad. Una buena relación favorece el éxito terapéutico, mientras que una mala, además de afectar negativamente el proceso de la enfermedad, puede derivar en una falta de adherencia al tratamiento, abandono del sistema de salud por parte del paciente o hasta juicios de mala praxis, probablemente vinculados a relaciones médico-paciente deshumanizadas.
En EEUU se realizaron numerosas investigaciones que dieron como resultado el mejor y más económico medio para prevenir juicios de mala praxis: “mayor cuidado de la relación médico paciente”. ¿A qué se refiere esto? A que los juicios de mala praxis no se deben únicamente al error médico sino a la suma de una equivocación y la insatisfacción que genera una mala relación médico-paciente.
Ahora bien, ¿cómo puede uno o una como profesional de la salud tener herramientas y destrezas comunicativas suficientes cuando el enfoque de su aprendizaje es mayoritariamente biologicista?
Algo fundamental para una óptima relación médico-paciente es la inteligencia emocional , la cual incluye destrezas comunicativas y perceptivas con los demás y con uno mismo. Es de suma importancia que el médico o médica desarrolle habilidades que le permita relacionarse de manera adecuada, porque el vínculo con sus pacientes no será de buena calidad si la relación con uno mismo y su entorno no lo son (2).
Otra cosa a tener en cuenta es que cuando una persona enferma cambia su identidad. El o la paciente además de tener un sufrimiento físico y psíquico, tiene un tercer sufrimiento: el moral. Esto se debe a que se ven dañados sus roles personales, itinerarios, su historia personal, su espiritualidad y civismo. En contraste, el médico o médica está sano/a, tiene privacidad y poder. Se encuentra en una posición de “superioridad” que favorece la asimetría en la relación. Depende de la habilidad del médico o médica poder sincronizar con el o la paciente en su sufrimiento, atenuar la asimetría que prima, y adoptar el estilo más adecuado en la relación para lograr un mayor éxito terapéutico. (3)
Un poco de historia…
A mediados del siglo XX el enfoque del binomio salud-enfermedad se enmarcaba en un paradigma biologicista. La enfermedad era causada por variaciones biológicas, no dejando lugar en su estructura para la dimensión social, psicológica y conductual de la enfermedad.
Teniendo en cuenta los principios de la bioética (beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia), este modelo priorizaba la beneficencia por encima de la autonomía. En este contexto, el médico o la médica establecía una relación paternalista con el paciente, un vínculo asimétrico donde el profesional tenía una posición privilegiada de poder. El médico/médica era quien en última instancia decidía qué era lo mejor para el paciente.
Se generó polémica en torno al papel del paciente en la toma de decisiones médicas, enmarcada en un conflicto entre la autonomía y la salud, entre los valores del paciente y los valores del médico o médica. ¿Puede uno como médico o médica saber –siempre- qué es lo mejor para él paciente? ¿Acaso no es esto demasiado poder- y responsabilidad- para un médico o médica, sobre la vida de otra persona?
Otras críticas realizadas hacia este modelo biomédico o médico hegemónico se centran en que una alteración bioquímica o molecular no siempre se traduce en enfermedad, y que hay otras variables en juego de índole psicosocial que determinan susceptibilidad, gravedad y curso del padecimiento. Ya desde el siglo II en la antigua Roma se contemplaba la complejidad de la cuestión, acuñándose entonces la famosa frase “Mens sana in corpore sano” [Mente sana en cuerpo sano].
Modelo biopsicosocial
Hacia fines del siglo XX, se propone un paradigma biopsicosocial, que considera un enfoque holístico del paciente incluyendo su facultad de decisión, su derecho a la autonomía y la incorporación del consentimiento informado. Éste se da en respuesta a las críticas mencionadas del modelo biomédico y a los avances de la medicina de ese siglo: se redujo la mortalidad de enfermedades agudas, pero a la vez se abrió paso a las enfermedades crónicas, en las cuales los pacientes querían estar cada vez más involucrados.
De esta manera se introduce el concepto de medicina centrada en el o la paciente, en el que se reduce el poder del médico y la asimetría. La persona-paciente adquiere un rol activo en su cambio.
Este modelo propone entender a la relación médico paciente de una manera diferente, en la cual las partes sean informadas, respetando sus derechos, y conociendo los riesgos y beneficios. Se tiene como fin inmediato restaurar la salud del enfermo, que conlleva una responsabilidad compartida. El médico o médica tiene responsabilidad con el o la paciente y consigo mismo, y viceversa.
¿Es el modelo biopsicosocial nuestro modelo médico actual?
En 2018, en la Universidad de Santa Fé se realizó un trabajo de investigación con el objetivo de valorar la relación médico paciente en el ámbito de la salud pública.
El estudio mostró que - a pesar del cambio de consciencia en cuanto al paradigma en la relación médico paciente- persiste la asimetría entre profesionales de la salud y pacientes, donde estos últimos subrogan su autonomía en pos de obtener una solución. Y que, además, califican su relación con el médico o médica como “buena” o “mala” en función de la solución de la demanda, de los estudios realizados y de los tratamientos instaurados.
La fragmentación entre la esfera psicológica y la biológica continúa y entre los factores que obstaculizan la implementación de un modelo biopsicosocial se encuentran: la escasez de disponibilidad horaria, la gran cantidad de pacientes que obligarían a la reducción de la duración de la consulta o el pase por la habitación y condiciones edilicias que predisponen a la deshumanización del paciente ante la falta de comodidad e intimidad.
“Hoy en día la relación entre el médico o médica y el o la paciente está en crisis” (4).
Parte de esto se puede atribuir a un avance de la tecnología y del conocimiento científico, sumado a sistemas y políticas públicas de atención de la salud que generan un cambio en la cultura de la salud, la práctica médica y la relación médico-paciente.
El profesional de la salud ha establecido una relación de dependencia con la tecnología. En la consulta, a veces, se prioriza la realización de estudios complementarios por encima del examen físico, que en muchos casos es directamente omitido. Ser “tecnológicos” refuerza el modelo biologicista, desplazando la mirada más integral del paciente-persona.
Por otro lado, es importante destacar que no existe un paciente “tipo” con un ejercicio tipo del principio de autonomía. Por lo que el acercamiento al paciente y su situación debe ser de forma personalizada e individualizada. El médico o médica debe entender los momentos y procesos evolutivos del paciente, así como también ser consciente de sus propios procesos internos. En cada interacción médica están involucradas tanto la formación profesional como la toma de decisiones médicas y éticas, la relación médico paciente, la autonomía del paciente y su salud y en muchas ocasiones, su vida. (5)
Un gran desafío para los médicos y médicas es poder integrar los contenidos y valores humanistas a los contenidos científicos y a las condiciones del medio, para así poder realizar un análisis ético de los problemas que presenta la medicina contemporánea y encontrar un equilibrio entre los avances científicos y tecnológicos, el respeto a la dignidad y la vida del ser humano.
Por Oxyurus Rimbombante.
Artículos mencionados
(1) http://www.revmediciego.sld.cu/index.php/mediciego/article/view/128/459
(2), (3), (4) Murua, L. J., & Del Bosco, G. (2017, 9 marzo). DASEF La Educación médica y la Relación Médico-Paciente / dr Murua y dr Del Bosco - 3/10/16. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=V_saX6D9OrE&t=477-
(5) Estrada, A. M., & Zepeda, H. R. (2017). La relación médico paciente: el desarrollo para una nueva cultura médica. Revista médica electrónica, 39(S1), 832-842.
Sementilli, N., & Vicco, M. (2018). Paradigma médico actual y su implementación: relación médico paciente establecida en servicios de Salud Pública. Med Journal, 1, 6.
Moral, R. R., & Montero, S. Á. (2017). La interfaz comunicación clínica-ética clínica: implicaciones para la educación médica. Educación médica, 18(2), 125-135.
Materazzi, M. A. y colaboradores, (2006). “Salud mental enfoque transdisciplinario”, Buenos aires, Salerno, 3 ed.
OMC, (2017). “La Relación Médico Paciente Patrimonio Cultural.
Organización Médico Colegial de España. La Relación Médico Paciente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. OMC; 2017.
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